Actualmente en Chile, los proyectos eólicos chocan con la cruda realidad, la banca le cierra las puertas y no cuentan con incentivos tributarios. Las principales dificultades son: falta de acceso al crédito, escasa posibilidad de que proyectos que no están vinculados a los grandes consorcios se lleven a la práctica, y falta de incentivos tributarios para su desarrollo. Entonces al final del día los anuncios son pura literatura.
La energía eólica en Chile tiene dos caras. El anuncio de licitación para nuevos proyectos de parques eólicos, y la más desconocida e ingrata: sólo siete de los 25 proyectos ingresados -es decir, menos del 30 por ciento- al Sistema de Evaluacion Ambiental (SEA), en los últimos cuatro años, están en operación, los que pertenecen a grandes empresas como Endesa, Suez Energy y SN Power. ¿Qué ha pasado entonces con los otros proyectos? Las razones son básicamente dos: la dificultad de acceso al crédito y la legislación medioambiental vigente. Lo más difícil de estos proyectos es encontrar quien los financie.
Si todos los parques eólicos aprobados estuvieran funcionando, generarían la no despreciable cantidad de 1.436 MW para los sistemas interconectados de Chile. Sin embargo, una y otra vez se encuentran con las puertas de la banca cerrada. ¿La razón? Al ser una industria que fluctúa mucho, sin poder asegurar una generación constante, los prestamistas no se arriesgan a invertir en ellos, ya que hay muchos proyectos que están realizados por empresas que no tienen capital propio y a estos obstáculos se añaden otros, como proyectos que se encuentran lejos de las líneas de transmisión y son aprobados sin que tengan en cuenta cómo inyectarlo a la red. También, se han presentado muchos proyectos con promedios de velocidades muy bajas, por lo que deben vender la energía a un precio muy alto para solventar el flujo de caja.
El camino a recorrer de una empresa para concretar un proyecto, claramente, no es fácil. Cuando un nuevo generador quiere entrar al sistema, debe financiar la inversión y tener un contrato con un cliente final o con un generador que le asegure comprar parte de su energía a un precio fijo. De esta manera puede acceder al financiamiento bancario y apalancar adecuadamente la inversión.
Cuando un cliente final no está muy convencido por el mayor riesgo que esto implica, y la obra se atrasa o no la realiza, el nuevo operador deberá acceder a un generador incumbente. Se complica el panorama, tendiendo que negociar a última hora haciéndolo menos competitivo. En este escenario, el nuevo generador de Energía Renovable No Convencional (ERNC) accede a las grandes generadoras, quienes le ofrecen comprar el proyecto o, en su defecto, la energía al precio más bajo posible, es decir, extraerle todas sus rentas económicas. Los proyectos de ERNC son buenas intenciones y nada más. Por supuesto que existen algunos nuevos entrantes con la habilidad suficiente para sortear estos problemas, pero son los menos.
La legislación medioambiental actual también influye en esta ingrata realidad de la energía eólica en Chile. La ley 19.300 no exige plazos de ejecución ni de operación de los proyectos presentados, y aprobados por el Sistema de Evaluación Ambiental. Fuentes al interior de la cartera medioambiental admitieron que la norma no estimula la puesta en marcha de las iniciativas una vez que tienen luz verde. “Muchas veces los proyectos son aprobados ambientalmente, pero después nada los obliga a construirlos”, aseguran.
El siguiente video, explica lo complejo del proyecto de construcción de un parque eólico.
Fuente: sitio web "chilerenovable.cl"
El siguiente video, explica lo complejo del proyecto de construcción de un parque eólico.
Fuente: sitio web "chilerenovable.cl"
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